Abriendo un nuevo capítulo en mi vida

Hoy cumplo treinta años. Y no puedo imaginar una mejor manera de celebrarlo que abriendo este nuevo capítulo de mi vida.

Durante meses he trabajado en este proyecto con paciencia, amor y verdad.
Y hoy por fin puedo decirlo: esta web es una extensión de mi alma.

Ha nacido desde el deseo profundo de compartir. Porque a menudo me preguntan sobre mi camino, sobre cómo llegué hasta aquí, sobre qué me ayudó a cambiar o a comprender tantas cosas. Y la verdad es que no hay una sola respuesta. No basta con una conversación, ni con un post, ni siquiera con una sesión. Todo lo que soy hoy es el resultado de un recorrido largo y profundo: un viaje de autoconocimiento, de caída y de ascenso, de silencios, de intuiciones, de búsquedas.

Cada paso me ha llevado a mirar más adentro, a reconocer mis sombras, a perdonarme, a abrazar mis luces.
Y por eso sentí que necesitaba un espacio como este: un lugar donde poder compartir todo lo que me ha transformado, con calma y con intención. No para explicarlo todo —porque hay cosas que solo pueden sentirse—, sino para abrir pequeñas ventanas a todo aquello que me ayudó a ser quien soy.

Durante estos años he ido encontrando señales en todas partes. En los libros, en las canciones, en las películas, en conversaciones inesperadas o en simples gestos cotidianos. Aprendí que la vida nos habla constantemente, que cada experiencia, incluso la más difícil, contiene una enseñanza si te detienes a observarla con el corazón abierto. Y esa forma de mirar, de escuchar lo invisible, cambió por completo mi manera de vivir.

Siempre he sentido que lo esencial de la vida no se puede contar en una frase. Que la profundidad no se mide por lo complejo, sino por lo sincero. Por eso este espacio nace sin pretensión alguna, solo con el deseo de compartir fragmentos de lo que me ha ayudado a ver más claro. Reflexiones, aprendizajes, momentos de conciencia, y también esas pequeñas cosas que despiertan algo bonito y real dentro de nosotros.

A lo largo de este camino he comprendido que crecer espiritualmente no es escapar del mundo, sino aprender a vivir en él con más presencia, más amor y más compasión. Que no se trata de eliminar el ego, sino de reconocerlo y abrazarlo. Que la sombra no es un enemigo, sino un espejo que te muestra lo que aún necesita luz. Y que, a veces, la vida te pone de frente a lo que más duele, no para castigarte, sino para ayudarte a recordar quién eres realmente.

Este blog nace de esa comprensión. De mi necesidad de expresarme desde el alma, de compartir mi proceso con autenticidad y transparencia. No para enseñar nada, sino para inspirar. Para ofrecerte una chispa que quizá en algún momento te ayude a encender tu propia luz.

A lo largo de los años he aprendido que no hay fórmulas, solo caminos. Y que cada uno debe recorrer el suyo, a su ritmo, con sus pruebas, con sus bendiciones.
Pero si algo puedo ofrecer desde aquí, es la certeza de que siempre hay una salida, siempre hay un sentido,
siempre hay una forma de volver a la luz.

Hoy, mientras escribo esto, siento una gratitud inmensa. Gratitud por todo lo vivido, por cada persona que formó parte de mi historia, por quienes se quedaron y por quienes se fueron. Todos fueron maestros, espejos, impulsos. Y también una gratitud muy especial hacia Patricia Spagnolo, una persona mágica que apareció de nuevo en mi vida en el momento perfecto. Ella ha sabido captar mi esencia y traducirla en forma, color y energía. Ha tenido la sensibilidad y la paciencia de crear, junto a mí, este espacio que siento como un pedacito de mi alma. Gracias, Patri, por tu arte, por tu luz y por tu acompañamiento en este renacer.

Hoy, veinticinco de octubre, no solo cumplo años: renazco. Celebro mis treinta vueltas al sol con el corazón abierto y en paz. Celebro la oportunidad de compartir con el mundo lo que durante tanto tiempo he guardado para mí. Celebro la conciencia, la calma, la claridad. Y, sobre todo, celebro la vida, con todo lo que implica: sus sombras, sus luces, sus aprendizajes.

Si algo he aprendido, es que incluso en los momentos más oscuros, si sabes mirar con el corazón, siempre hay una grieta por donde entra la luz. Y es esa luz la que quiero compartir contigo a partir de ahora.

Bienvenid@ a esta nueva etapa. A mi verdad. A mi camino. A mi luz. Y, sobre todo, a la tuya.